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La Piedra del Sol y la Leyenda de los 5 Soles

  • Dulie
  • 18 mar 2019
  • 7 Min. de lectura

Los Mexicas tenian una leyenda de la creación de la tierra y los hombres, ¿Quieres saber cual era?

La cultura Mexica se desarrolló en el Periodo Postclásico Tardío, entre el 1110 - 1519 d.C., después de un largo peregrinaje desde el norte de Mesoamérica, los Mexica o también conocidos como Aztecas, de origen chichimeca, se establecieron en una pequeña isla en el centro del lago de Texcoco, en el centro del ahora Valle de México, en donde fundaron la ciudad que ellos mismos llamaron México- Tenochtitlan.


Cerca de ese lugar no solo existía su civilización, sino otros centros con los que tuvieron que convivir y competir, pero su espíritu y valentía fue lo que les aseguro una posición predominante durante el siglo XV y XVI.


Los mexicas dominaron muchos pueblos a la redonda de su gran ciudad, pueblos que tendían que tributarle productos agrícolas, animales, minerales, algodón, jade, uniformes para sus guerreros, armas, entre otras, y de tal manera asegurar su pertenencia al imperio y evitar ataques posteriores.


El pueblo azteca, fue heredero de una tradición cultural de 3000 años, que se pueden reconocer en sus conceptos religiosos, instituciones políticas y económicas, que conservan influencias de culturas como la Tolteca, la Teotihuacana y hasta de la Olmeca.


A pesar de las influencias que se ven reflejadas en esta cultura, se les reconoce cierta originalidad en sus expresiones artísticas, que tienen un estilo en donde se funden una gran fuerza y personalidad.

Uno de los aspectos más conocidos de la cultura mexica es la religión. El pueblo mexica era profundamente religioso y construyó una particular visión del mundo, uniendo ideas antiguas de Mesoamérica e introduciendo nuevas. Su cosmovisión regulaba la vida política, económica, social y cultural de la sociedad.


El calendario azteca se encontró gracias a las obras ordenadas por Don Juan Vicente Güemes Pacheco de Padilla Horcasitas y Aguayo, segundo conde de Revillagigedo, en las cuales se incluía el emparejamiento de la Plaza Mayor y en donde el 13 de Agosto de 1790 se encontró la Coatlicue y posteriormente el 17 de diciembre del mismo año se encontró la Piedra del Sol.


El mismo conde mandó realizar trabajos para preservar los monumentos preciosos de la civilización indígena.

Fue elaborada durante el periodo del Huey Tlahtoani Axayacatl alrededor de 1479. La pieza fue encontrada boca abajo, o sea, con los relieves ocultos, lo que debió de protegerla en contra de filtraciones de la lluvia y otros agentes, ya que su profundidad era mínima.

Por la manera en que se encontró, no cabe duda que se depositó ahí poco tiempo después de la conquista, por los mismos mexicas, quienes la enterraron con el afán de protegerla de los saqueos y destrucción que representaban los españoles, ahí permaneció tirada y a la vista pública después de haber sido arrancada de algún Templo Mexica, posiblemente el de Tezcatlipoca, y cuyos vestigios han sido encontrados bajo el Antiguo Arzobispado en la calle de Moneda.

Por órdenes de Fray Alonso de Montufar, quien era el segundo Arzobispo de México, la piedra fue enterrada nuevamente, las dos razones más creíbles serian: primeramente que las personas la pasaban merodeando la piedra, ya que se creía que esta tenía una influencia maligna hacia las personas, y en segundo caso como perdida de pertenencia de las tradiciones y sacrificios que se realizaban en ella, pues al parecer funcionaba como lugar de sacrificio.

A pesar de esta decisión es cierto que sirvió para proteger al monumento y resguardarlo de una posible destrucción, ya que en la época de la conquista, todas estas piezas eran consideradas como obras del demonio y mandadas destruir.

El monolito pasó algún tiempo en el atrio de la catedral, viendo hacia lo que hoy es la calle 5 de mayo, puesta de una forma vertical, lo que se cree que nunca fue su posición original, sino que estaba colocada horizontalmente para en ella colocar a los guerreros que eran sacrificados.

Se comenta que mientras se encontraba en ese lugar sirvió como tiro al blanco para los soldados norteamericanos que ocuparon la ciudad en 1847, por lo que tiene ciertas marcas de balas.



Posterior a su estadía en la Catedral Metropolitana fue trasladada en Agosto de 1885 al Museo Nacional en la Calle de Moneda, ocupando el lugar de honor en el salón de monolitos, inaugurado en 1887 por el presidente Porfirio Díaz.

Finalmente el monumento fue trasladado al Museo Nacional de Antropología el 27 de Junio de 1964, siendo la pieza principal de la Sala Mexica y manteniendo su posición vertical.

Don Antonio León y Gama, un ilustre de la época, fue quien dejó la detallada descripción y estudio del Calendario Azteca, y fue quien lo llamó así por interpretar los diferentes símbolos parecidos a los signos zodiacales, y que decía además que era un calendario solar consultado por los sacerdotes para conocer el momento para la realización de los sacrificios, teoría que fue respaldada por Humboldt pero que posteriormente se revocó afirmando que era una piedra de sacrificio.


La Leyenda de los Cinco Soles

Los nahuas creían que habían existido 5 grandes eras, cada uno representado por la creación de un sol. En cada uno de estos periodos existieron humanos que habitaron la tierra hasta que un cataclismo apocalíptico los destruía. Esta creación de eras, fue simplemente el reflejo de la rivalidad que existía entre dos importantes deidades: Quetzalcóatl (La Serpiente Emplumada) y Tezcatlipoca (El Espejo Humeante).


Dicha competencia existía día a día en la ciudad de Tenochtitlán ya que el primero era el dios patrono del Calmecac, el colegio de nobles y sacerdotes, y el segundo de los Telpochcalli, donde se preparaban los plebeyos en el uso de las armas, del canto y la danza. Dentro del mito de los soles la mecánica de rivalidad era la siguiente: si Quetzalcóatl creaba a un nuevo sol, Tezcatlipoca esperaría el menor error de su oponente o de los humanos que lo habitaban para destruirlo y él tener la posibilidad de crear uno nuevo.


La primera era fue llamada Sol de Tierra y fue creado por Tezcatlipoca. Tuvo una duración de 676 años hasta que Quetzalcóatl decidió intervenir y desencadenar un cataclismo en el cuál los jaguares devoraron a sus habitantes al tiempo que la bóveda celeste descendía y colapsaba sumiendo al mundo en una completa obscuridad.


El segundo sol fue creado por Quetzalcóatl y se llamó Sol de Viento. Recordemos que para los mexicas Ehecatl representaba al viento divino y creador que en repetidas ocasiones había dado el aliento de la vida al hombre. Regresando al segundo sol, al pasar 676 años Tezcatlipoca derrotó a Quetzalcóatl haciendo que violentas ráfagas de viento y torbellinos destruyeran al mundo. La humanidad para poder refugiarse tuvo que subir a los arboles donde se transformaron en simios.


La tercera era fue llamado Sol de Fuego y fue creado por Tezcatlipoca. Tuvo una duración de 364 años. Quetzalcóatl volvió arremeter contra su hermano obscuro desencadenando una lluvia de fuego que transformó a los hombres en guajolotes. La serpiente emplumada creó la cuarta era llamado sol de agua que solamente duró 312 años. Un diluvio ocasionado por Tezcatlipoca inundó la faz de la tierra transformando a los hombres en peces. Es importante notar que cada uno de los soles representa a uno de los 4 elementos: tierra, viento, fuego y agua.


El quinto sol era la unión de los 4 elementos a través del movimiento. Este mito está basado en la versión oficial mexica-chichimeca titulada La Leyenda de los Soles. Existe otra versión detallada en el códice Vaticano A donde solamente existían 4 soles en el siguiente orden: Agua, Viento y Fuego y la era actual regida por Quetzalcóatl de Tierra. Este cómputo empezó alrededor del 700 d.C. y se usaba hasta tiempos del posclásico en ciudades donde Quetzalcóatl era la deidad oficial del estado como por ejemplo Cholollan o Cholula. Recordemos que entre los mexicas la deidad rectora era Huitzilopochtli, cercanamente asociada a Tezcatlipoca por sus atributos y por advocaciones como Tlacahuepan.


El quinto sol se creó, de acuerdo a los nahuas, en Teotihuacán, la ciudad donde los hombres se vuelven dioses. En este lugar sagrado (y por cierto abandonado desde el 650 aproximadamente) se reunieron los dioses alrededor de una gran hoguera meditando como volver a crear el sol. Llegan a la conclusión que se tienen que inmolar en el gran fuego para crearlo. Tecciztecatl (El que porta la concha), noble y orgulloso decide sacrificarse sin embargo es tan intenso el calor que retrocede 4 veces. Detrás de él aparece Nanahuatl (El buboso), un dios menor, enfermo y que tenía la característica de tener pies bot. Sin pensarlo se arroja al fuego a la media noche.


Los dioses expectantes observan el firmamento esperando a que aparezca personificado como el sol. Solamente Ehecatl-Quetzalcóatl y Tezcatlipoca que observan el oriente, adivinan por donde aparecería el astro rey. Al ver el valor de un dios menor, Tecciztecatl se inmola creando otro sol. Los dioses deciden que no puede haber dos soles por lo que Ehecatl lanza un conejo para apagarlo creando la luna. La tarea estaba finalizada. La felicidad de los dioses que observaban dura poco al darse cuenta que los dos astros están estáticos. Todos deciden sacrificarse para dotarlos de movimiento y evitar que el astro rey queme la tierra con su intenso calor. Existe otra versión en la que Ehecatl los sacrifica extrayéndoles el corazón para nutrir al sol el cuál no se mueve hasta que el viento sopla y lo empieza a “menear”. El tema central de este mito, aparte de justificar la creación del quinto sol y de la luna, radica en como a través de la muerte y el sacrificio uno puede renacer y tener acceso a una mejor existencia, en este caso una vida eterna y celeste.

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