México Jacarandoso
- Dulie
- 6 abr 2019
- 3 Min. de lectura
Morado color de nuestra primavera, ¿A que no sabes por qué?

La primavera llegó y es difícil no percatarse que toda la ciudad se llena de un color muy peculiar Gracias a cientos de árboles de jacaranda qué hay en cualquier sitio, pero, ¿a que se debe que este árbol, flor y color son ya un representante del cambio de estación?
Todo comienza con una persona proveniente de Japón, llamado Tatsugoro Matsumoto, este hombre fue uno de los primeros japoneses que se establecieron en México, anterior a esto el había llegado a Perú gracias a que fue invitado a ese país por Oscar Heeren para crear un jardín japonés en uno de los lugares más famosos de la capital de este país. Ahí fue donde Matsumoto conoció a José Landero y Coss un rico hacendado mexicano, quien le hizo una invitación para crear un jardín similar en su hacienda.
Después de realizarlo Matsumoto regreso a Japón para visitar a su esposa pero ya con la conciencia y decisión de establecerse en México.
Durante la presidencia de Pascual Ortíz Rubio se buscó la donación de árboles de cerezo por parte de Japón como símbolo de amistad entre las dos naciones, con la finalidad de que vistiera con sus colores las calles de nuestra ciudad como ya lo había hecho anteriormente con Washington. A raíz de esto el gobierno Japonés consultó a Matsumoto, que ya llevaba años viviendo y era experto en jardinería y botánica de la ciudad, para que él estudiara si era factible que dichos árboles pudieran adaptarse al clima y suelo de nuestra ciudad, lamentablemente Matsumoto concluyó que estos árboles no lograrían adaptarse ya que era necesario que el cambio de climas entre el invierno y la primavera fuera más repentino, el cual no se tenía en México, por lo que esta iniciativa no tuvo futuro.
Cuando Matsumoto llegó a la ciudad en 1896 la colonia Roma era una de las más elegantes, y fue uno de los lugares preferidos para que los nuevos ricos de la época y gobierno de Porfirio Díaz hicieran sus residencias mismas que contaban siempre con un área de jardín, situación que los orilló a requerir una persona que estuviera al cuidado y mantenimiento de dichos jardines, y quien mejor que Matsumoto.
Su fama llegó tan lejos que el presidente Don Porfirio Díaz lo invitó a hacerse cargo de los arreglos florales en el Castillo de Chapultepec (su residencia oficial) y así mismo el bosque mismo.
Durante las celebraciones del centenario de la Independencia se realizó una exposición de productos japoneses en el palacio de cristal, hoy conocido como el museo del Chopo, en esta exposición Matsumoto montó un pequeño jardín con lago artificial.

En este mismo año Sandhiro Matsumoto, hijo de Tatsugoro llegó a México buscando noticias de su padre, al que ayudó posteriormente con la parte administrativa del negocio que había construido. A pesar de las dificultades durante el inicio de la Revolución lograron crear su riqueza a base de este negocio.
Años después durante el gobierno de Álvaro Obregón recomendaron al presidente plantar árboles de jacaranda en las avenidas más importantes de la ciudad, estos eran árboles que Tatsugoro había introducido de Brasil y que debido a su estudio y reproducción el creía que sería perfecto para las condiciones climáticas de la primavera en nuestro país.
Otra de las historias que se cuentan sobre la aparición de las jacarandas en la CDMX es que Miguel Ángel de Quevedo, llamado “El apóstol del árbol” ya que fue un ingeniero e investigador mexicano dedicado al estudio de la flora de nuestro país. A raíz de esto se dice que el árbol de Jacaranda llegó de Brasil hasta el Puerto de Veracruz, lugar donde de Quevedo lo conoció y lo trajo a la ciudad durante el inicio del siglo XX, los sembró en los Viveros de Coyoacán con el fin de reproducirlos para después trasplantarlos en las principales avenidas y jardines de la ciudad, como la Av Reforma, Insurgentes y los parques México y España.
No se sabe actualmente cuál fue la verdadera versión de la existencia de estos árboles, tal vez sea combinación de ambas, aún así y fabulosamente es uno de los árboles que marcan el inicio de la primavera, que inundan con su color y olor las las avenidas principales y jardines de nuestra bonita ciudad, dado esto es ya un representante fiel de que la Ciudad de México se viste de morado con el cambio de clima, y da a todos los chilangos un pretexto para fotografiar este espectáculo natural.
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